A pesar de que no hay acuerdo en una definición unánime de la Cirugía Mínimamente Invasiva, parece que el denominador común incluye la realización del procedimiento quirúrgico utilizando una incisión muy pequeña (inferior a 3 cm). Para ello, se utiliza un material quirúrgico específico, vídeo, etc, que permiten trabajar en campos muy pequeños.
Las ventajas de la CMI son múltiples:
- Se produce menos dolor en el postoperatorio.
- Permite una reincorporación más rápida al mundo laboral.
- Y, en una zona tan expuesta como el cuello, obtiene un resultado cosmético más favorable.
Además, todos estos aspectos favorecen tiempos de hospitalización muy cortos o incluso nulos (Cirugía Ambulatoria) con un ahorro importante de recursos.
El tiroides es una glándula endocrina que produce las hormonas (T3 y T4). Estas son necesarias para regular la temperatura corporal y el consumo de energía de nuestro organismo.
El tiroides tiene dos lóbulos simétricos unidos por un istmo central más estrecho que le da la forma de mariposa. Está situado en la parte anterior y baja del cuello, por delate de la tráquea.
A los dos lados del tiroides y por detrás de él se encuentran dos estructuras importantes:
- El nervio recurrente, que mueve las cuerdas vocales.
- Y las glándulas paratiroides, pequeñas como un grano de arroz o como una lenteja. Pero fundamentales para regular el metabolismo del calcio de la sangre y los huesos.
Aunque muchas enfermedades tiroideas se curan con medicamentos, otras tienen que ser intervenidas quirúrgicamente. Entre éstas destacan por su frecuencia:
- Los nódulos tiroideos
- Los bocios multinodulares de gran tamaño
- El hipertiroidismo (funcionamiento excesivo de la glándula)
- El cáncer de tiroides que, por fortuna, es curable mediante una operación en más del 80% de los casos.
Cuando se realiza una intervención sobre el tiroides siempre es para extirpar una parte o bien la totalidad de la glándula. Las operaciones más frecuentes consisten en la extirpación de uno de los lóbulos junto con el istmo (hemitiroidectomía izquierda o derecha). De toda la glándula (tiroidectomía total). O bien de casi toda (tiroidectomía subtotal).
En ciertos tipos de cáncer es necesaria la extirpación de los ganglios linfáticos presentes alrededor de la glándula. La elección por parte del cirujano de una intervención u otra se basa en la enfermedad que usted padezca.
El ingreso en el hospital se realiza el mismo día de la intervención. El paciente permanecerá en el hospital entre 6 (cirugía ambulatoria) y 24 horas. Posteriormente a la intervención en caso de hemitiroidectomía. Serán de 24-48 horas después de haber realizado una tiroidectomía total.
En los casos en que la cirugía ha ido más compleja (vaciamientos ganglionares cervicales, cirugía de la recidiva en casos de cáncer) el ingreso hospitalario puede prolongarse. Pero rara vez más de 3 días si no hay complicaciones.
La mayor parte de las tiroidectomías se realizan a través de una incisión horizontal en el cuello. El tamaño de la incisión varía en función del tamaño y la consistencia de la lesión tiroidea. En general con técnicas de Cirugía Mínimamente Invasiva, la incisión final tiene entre 2 y 3 cm. La localización de esta se decide en función de las características anatómicas del cuello, que pueden variar de un paciente a otro. Siempre que es posible se aprovecha un pliegue o arruga.
Se retiran los puntos a las 24 horas de la cirugía.
Después de la tiroidectomía el dolor postoperatorio es leve-moderado y requiere analgésicos de uso común domiciliario (ibuprofeno, nolotil, gelcatil, etc). A veces solo queda una moderada cervicalgia por hiperextensión durante el procedimiento quirúrgico.
El tiroides regula indirectamente el peso del organismo ya que controla la cantidad de energía que quemamos. Tras la operación el peso no debe modificarse siempre y cuando la función tiroidea sea correcta. O, si la tiroidectomía ha sido total, usted tome la dosis adecuada de hormona (Levothroid o Eutirox). Si la función tiroidea es insuficiente puede producirse un aumento de peso y, si es excesiva, una pérdida.
Por este motivo, después de la operación se le realizarán unos análisis para comprobar si la concentración de hormonas tiroideas en la sangre es la adecuada.
En ciertas circunstancias es necesario suspender la toma de hormona tiroidea durante 6 semanas periodo en el que puede presentarse una ganancia de peso transitoria.
Si la función tiroidea postoperatoria es correcta no aparecerán alteraciones del peso corporal.
En el postoperatorio inmediato puede usted notar ciertas molestias transitorias en la garganta. Estas son semejantes al dolor de anginas y están relacionadas con la intubación.
También puede notar un discreto cambio en la calidad de la voz, cierta incoordinación al tragar o sensación de mucosidad en la garganta que no puede movilizar con la tos. Estas molestias frecuentemente desaparecen a los pocos días.
Como en cualquier operación podría producirse infección de herida o hematoma, pero en esta cirugía es realmente poco frecuente.
Los riesgos específicos de la tiroidectomía son: la disfonía y/o la hipocalcemia.
El nervio recurrente laríngeo está en contacto con el tiroides a cada lado. Es fino, con frecuencia muy ramificado y presenta variaciones anatómicas que hacen necesario que el cirujano que le intervenga esté familiarizado con ellas.
La lesión de este nervio, total o parcial, se manifiesta con una ausencia o disminución del movimiento de la cuerda vocal del mismo lado. Usted lo notará como un cambio en la voz o disfonía. Habitualmente es transitorio y mejora en el transcurso de 1 o 2 meses. Cabe la posibilidad de que este nervio se lesione de manera definitiva (1- 2%). Este riesgo aumenta en casos de cáncer, bocios muy grandes o endotorácicos. La experiencia del cirujano disminuye al máximo la posibilidad de lesión del nervio recurrente.
En las tiroidectomías totales, el cirujano separa el tiroides de las cuatro glándulas paratiroides. Estas glándulas, habitualmente son cuatro y tienen un tamaño como un grano de arroz o una lenteja. Durante su manipulación pueden quedar no funcionantes de forma temporal o definitiva. En este caso, se produce una bajada de los niveles de calcio en la sangre y usted lo notará como hormigueos en las puntas de los dedos y en los labios y tendencia a las rampas musculares. Habitualmente se corrigen tomando calcio durante 4 a 8 semanas y rara vez queda el déficit de forma permanente.
Una vez más la experiencia del cirujano es fundamental para disminuir al máximo esta complicación.
En condiciones normales podrá realizar vida normal y reincorporarse a la actividad laboral en 7-10 días. Mueva el cuello con naturalidad. No hay problema, la sutura de la piel es fuerte y la inmovilidad puede acarrearle dolor y rigidez de nuca.
Durante el primer mes se aprecia inflamación en la zona quirúrgica, esto es más evidente después de cirugía mínimamente invasiva.
Inicie tratamiento tópico con aceite de rosa de mosqueta y durante el primer año utilice factor de protección alto.
Un nódulo tiroideo es una lesión en el tiroides por un crecimiento de las células que lo conforman. La causa de que se produzcan nódulos tiroideos no está muy clara y son muy comunes a partir de los 60 años. La mayoría suelen ser benignos y no causan ningún síntoma.
Algunas causas por las que surgen son: tiroiditis de Hashimoto (inflamación de la tiroides), antecedentes familiares, deficiencia de yodo y exposición a la radiación.
Tener un nódulo tiroideo no significa que el tiroides no funcione bien. Tendría que ser evaluado por un profesional que, mediante un examen físico y pruebas de laboratorio, verá si la función del tiroides es normal. Posteriormente, se realizará una ecografía del tiroides para determinar el tamaño del nódulo y si puede ser peligroso.
En la composición de las hormonas tiroideas está el yodo. De esta manera, si el organismo no tiene yodo, el tiroides no puede producir hormonas. Y en un intento de producir la cantidad normal de estas hormonas, el tiroides crece y se produce el denominado bocio.
Incorporamos a nuestro organismo el yodo de forma natural, a través de la alimentación. Este se encuentra en el agua, peces y mariscos, algunos vegetales como la espinaca, el brócoli, el ajo o la cebolla.
Para determinar un tratamiento adecuado para el paciente es recomendable acudir a un endocrino. Generalmente el tratamiento incluye medicamentos antitiroideos que bloquean la producción de la hormona tiroidea en exceso. O, se trata con yodo radiactivo y cirugía.
Cada uno de estos tratamientos tiene sus ventajas y desventajas y a cada paciente se le tratará de manera que le resulte más adecuado a su caso.
Ante cualquier sospecha de un mal funcionamiento de tiroides, hay que acudir a un especialista. Ya que, las complicaciones de esta pueden confundirse con otras dolencias comunes. Y son los laboratorios clínicos la mejor comprobación.
Algunos síntomas como la fatiga, la depresión, la ansiedad, sueño alterado, cambio en el peso o caída de pelo pueden ser señal de un problema de tiroides. Así como, la piel seca, dolores musculares, temblores o irregularidades menstruales. Además de síntomas de agrandamiento de la tiroides como inflamación en el cuello, voz ronca, o malestar al utilizar corbatas o jerséis de cuello alto.
Para mantener la tiroides saludable es recomendable llevar una alimentación equilibrada. E incluir los minerales necesarios para ayudar a mantener la función de la tiroides. Ya que, la falta de algunos minerales puede generar problemas de tiroides.
Estos minerales recomendados serian:
- Yodo, necesario para producir la hormona tiroidea.
- Hierro, necesario también para producir la hormona tiroidea.
- Y otros minerales como el zinc, cromo y selenio, que también produce hormona tiroidea.
Algunos alimentos que llevan estos minerales y son recomendables consumir para mantener la tiroides saludable son: algas, frutas y verduras, champiñones, nueces de Brasil, leche de frutos secos como la almendra, la carne y los productos lácteos.
Hay que tener en cuenta que hay alimentos que pueden ser negativos para la tiroides, como las verduras crucíferas o el alcohol.
La duración de la operación varia en función del caso que sea. Es recomendable preguntar a un cirujano especialista, que es el que puede estimar el tiempo según su caso particular.
En general, una intervención no dura muchas horas. La mayoría de los casos se resuelven entre una hora y media y tres horas. La duración dependerá del tipo de cirugía que se haya de realizar, de la técnica empleada y de las características de la persona intervenida.